Una de las conferencias a las que asistí en el pre- alas, se llamó “Teoría y Metodología en los estudios multiculturales”, impartida por el antropólogo Herinaldy Gomez, inicialmente trató a cerca de algunos problemas que se presentan en los estudios multiculturales, por ejemplo: el grupo de estudio no habla mi lengua, y todas las consecuencias que esto trae, por ejemplo, cómo entrar en relación bajo experiencias distintas.
El ponente hacía referencia a las diferencias culturales (como bien lo dice el tema) y cómo éstas afectan nuestra interacción con los de otro grupo.
Habló también de las preconcepciones que tenemos al investigar; pero en el marco de todo esto, finalmente hacía la reflexión de no olvidar el valor de la persona, anteponer la relación con el otro, acercarnos a él.
Pero entre otras cosas, me llamó la atención el caso que mencionó de Colombia, de cómo ahí, basándose en el multiculturalismo ahora muchos grupos son autónomos, en cuanto a su forma de organización, sus escuelas, lo que ahí se enseña; son dueños del espacio territorial, y aunque el Estado puede parecer que más bien “se lava las manos” al dejar que estos grupos de organicen de la manera que más les convenga, digamos que “todo va bien” hasta este momento, pero surge el elemento cuestionable y es que, a pesar de ser “autónomos” el subsuelo, no les pertenece.
Es ahí donde viene una de las reflexiones que me pareció importante de la conferencia, y es que, ¿hasta qué punto este “estandarte” de multiculturalismo es genuino y en verdad está en la búsqueda de darle el reconocimiento al otro, y hasta qué punto tiene otros fines?
sábado, 31 de marzo de 2007
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